Después de la heroica fase de exploración. La historiografía urbana en América Latina. Por Gerardo Martínez Delgado y Germán Rodrigo Mejía Pavony (coords.). Guanajuato: Universidad de Guanajuato, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, FLACSO Ecuador, 2021, 472 p.

El libro coordinado que nos ofrecen Gerardo Martínez Delgado y Germán Rodrigo Mejía Pavony es, sin duda, un importante aporte y de lectura obligatoria para quienes se interesan en la historia urbana, el urbanismo, los estudios urbanos y otras disciplinas que se enfocan en el estudio de las ciudades. De igual manera, es un material imprescindible para los cursos de dichas asignaturas, pues en el caso de la historia urbana aún son escasos en las licenciaturas y posgrados, aunque poco a poco van haciéndose un espacio en dichos programas de estudio.

Es fácil determinar la relevancia de los aportes que contiene la obra, aunque no tanto reseñarlo, por las siguientes razones: el texto en cuestión es un libro colectivo y, por lo tanto, se debe observar a través de dos miradas, una individual de cada capítulo y otra del resultado en su conjunto. Un reto más es que los coordinadores hacen en la introducción un excelente balance de los aportes, tanto de la obra, como de cada una de sus partes.

El libro Después de la heroica fase de exploración. La historiografía urbana en América Latina es un esfuerzo heroico y un trabajo de enorme erudición por parte de los autores. Se compone de once capítulos y un anexo bibliográfico, escritos por 12 académicos provenientes de distintas disciplinas (historiadores, arquitectos, urbanistas, antropólogos), aunque en su mayoría son historiadores de nombre y apellido, mientras que otros combinan dos o tres campos en su formación, incluyendo la Historia. El texto está dividido en dos partes. La primera, titulada “Desafíos e incertidumbres: Estudiar la historia urbana desde y de América latina”, contiene tres capítulos a los cuales me referiré de manera particular, aunque breve. La segunda lleva por nombre “Indagaciones y travesías. La historiografía urbana latinoamericana por regiones y países”, de la que realizaré una síntesis de conjunto debido a que los temas que se abordan en los ocho capítulos que la componen están relacionados entre sí.

El primer capítulo de la primera parte es de Gerardo Martínez y se titula “Hacer la historia urbana en América Latina: generaciones, ideas de ciudad y procesos urbanos”; en éste el autor traza la génesis de la historia urbana como disciplina a través de tres generaciones de investigadores -aunque señala que ya se vislumbran trabajos de una cuarta e incluso quinta generación- y profundiza en la trayectoria e influencia de cuatro investigadores cuyos aportes permearon las indagaciones en prácticamente toda la región, lo cual se constata al leer los trabajos que componen la segunda parte del libro. Este texto nos muestra que claramente existen inquietudes similares y que el punto de partida para los trabajos más recientes fueron esas obras pioneras que aportaron distintas líneas de trabajo y tuvieron gran influencia en los distintos países latinoamericanos, hecho que, sin un balance como el que presenta Martínez, pudiera pasar desapercibido.

El texto de Eduardo Kingman, “Ciudades Andinas. Historia y memoria”, hace una crítica a los trabajos que buscan aplicar modelos importados al estudio de las ciudades latinoamericanas, en particular a las ciudades andinas como extensiones de las europeas, cuando éstas se construyeron a partir de sus propias condiciones y particularidades sociales, geográficas, étnicas, etcétera, que sí comparten las ciudades andinas… ¿podrían aplicarse estas reflexiones para las ciudades portuarias o caribeñas? ¿Qué tantos rasgos compartirían y cuáles serían sus particularidades? Kingman nos recuerda que la ciudad se construye, pero también se hace en el habitar cotidiano y la interacción que con ella tienen sus habitantes. Sus reflexiones abren la puerta a nuevas preguntas sobre los conjuntos de ciudades que podrían o no compartir ciertos rasgos al momento de hacer una síntesis o balance comparativo.

Por su parte, el texto de Germán Mejía, “El espacio y el tiempo. Un ensayo para estudiar la ciudad en clave de historia urbana”, me parece fundamental para entender cómo se construye la ciudad en el tiempo y que es resultado de la “yuxtaposición de estratos temporales: uno por cada sociedad constructora de la ciudad” (p. 109); Mejía explica con ejemplos y de manera sencilla lo que a veces vislumbramos cuando recorremos o estudiamos la ciudad, pero no alcanzamos a expresar con tal claridad; nos presenta la ciudad como un documento abierto en el que podemos encontrar persistencias, vestigios y fósiles, que conforman todos los presentes que ésta ha tenido.

Los tres textos que componen la primera parte son esclarecedores y provocadores, llevan al lector a reflexionar sobre lo que sabe, o cree que sabe, así como a generar nuevas preguntas para indagaciones futuras. Tambíen sirven como puntos de partida a considerar para quienes se adentran en campo de la historia urbana y se centran en tres aspectos fundamentales a la hora de construir una investigación:

  • El aspecto teórico -¿de dónde partimos? En qué corrientes y postulados nos apoyamos para construir nuestras investigaciones.
  • El marco para el análisis, ¿cómo analizamos nuestro objeto de estudio? ¿Qué factores comunes o particulares debemos considerar? ¿qué es comparable y que no? ¿es factible la utilización de modelos o no?
  • El espacio, el tiempo y la fuente.

Como he señalado, la segunda parte, “Indagaciones y travesías. La historiografía urbana latinoamericana por regiones y países”, se compone de los ocho capítulos restantes. Cada uno se dedica un balance historiográficos al respecto de la ciudad, lo urbano y la urbanización en distintos espacios geográficos: México (Gerardo Martínez), Colombia (Eulalia Hernández), Venezuela (Izaskun Landa), Brasil (George Ferreira), Chile (Macarena Ibarra) y Uruguay (Alfredo Alpini y Sebastián Rivero); otro para Centro América (Florencia Quesada), con énfasis en Guatemala y Costa Rica, y uno más de carácter “local” que aborda el caso de Buenos Aires (Alicia Novik y Graciela Favelukes).

Siete de estos trabajos cumplen con la tarea de esbozar un panorama que permita observar “el origen, desarrollo y estado actual de la historiografía urbana. Con excepción del texto de George Ferreira, quien más bien traza una relación entre el texto “Raíces de Brasil” y los trabajos posteriores que siguen reproduciendo sin cuestionar o haciéndolo con poco éxito postulados propuestos en este libro de 1936 reditado en 1948.

Los trabajos muestran, en mayor o menor medida los orígenes, los momentos formativos, de institucionalización, consolidación y el estado actual de la historiografía urbana con resultados disímiles. Los autores sitúan la aparición de la historia urbana como disciplina específica en distintos momentos, aunque casi todos coinciden en las décadas de los años 60 y 70 como el punto de profesionalización de esta rama, con impactos y consolidaciones desiguales dependiendo de las distintas áreas geográficas y, por supuesto, del devenir de los propios contextos particulares de los distintos países e, incluso, la “inexistencia” disciplinar del campo de la historia urbana, como es el caso de Uruguay, pero que aun así cuenta aportes que se suman al balance historiográfico.

También se hacen recuentos a partir de los aportes de la historia, la arquitectura, la planeación, la antropología urbana, la sociología urbana, los estudios urbanos, la geografía y desde miradas que toman en consideración los aspectos sociales, económicos, culturales, demográficos, geográficos, políticos, etc., que son necesarios para poder comprender un sujeto de estudio tan complejo como lo es la ciudad y que ponen de manifiesto la necesidad del trabajo interdisciplinario para acercarse a él.

Como bien lo señalan los coordinadores, la historia urbana existe y es un campo específico dentro de la disciplina histórica (p. 19); no hay duda de que esa es la parte fácil. Ahora bien, ¿cómo podemos hacer una clasificación de lo que sí es y lo que no es historia urbana? ¿Acaso todo lo que se escribe sobre la ciudad es historia urbana? Hace una década, Sergio Miranda Pacheco (2012) sostenía que no, aunque lecturas como la de este texto abren otra visión, marcada por la inter y la multidisciplina.

Los coordinadores afirman en la introducción que ciudad y urbano no son necesariamente lo mismo: “la historia urbana utiliza la historia de las ciudades, pero no es un producto de ella” (p. 13), pero a lo largo de los textos observamos que, en ocasiones, estos términos se confunden y se utilizan como sinónimos historia de la ciudad o ciudades e historia urbana. Lo mismo sucede cuando entramos al tema del libro: la historiografía urbana, ¿qué es esto? ¿es el conjunto de trabajos que se han escrito de historia urbana o los trabajos que se han escrito sobre las ciudades? Estas y otras dudas surgen al avanzar en la lectura. ¿Se puede denominar un libro o artículo como historia urbana si su autor no lo define como tal?, ¿o tendría que haber un reconocimiento consciente que parta de una reflexión y una construcción del objeto de estudio?

Un buen libro que nos deja con ganas de más y nos hace reflexionar en torno a nuevas preguntas, puesto que es a partir estas interrogantes que se generan nuevos conocimientos. Este sin duda lo es por múltiples razones, y nos muestra también que, aunque hay un buen camino andado, todavía falta mucho por hacer.

Bibliografía

MIRANDA PACHECO, S. (2012). La Historia Urbana en México. Crítica de una historiografía inexistente. En E. Maya Pérez y H. Quiróz Rothe (coomps.), Urbanismo: temas y tendencias (pp. 349-361). Universidad Nacional Autónoma de México.

Notas

1 Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM, Becaria del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, asesorada por el doctor Guillermo Guajardo Soto.