Frontera armada. Prácticas militares en el noreste histórico, siglos XVIII y XIX. Por Luis Alberto García García, México: Fondo de Cultura Económica, CIDE, 2021, 279 p.

Desde la llegada de los conquistadores, el noreste novohispano vivió en un estado de guerra constante. Los indígenas que vivían en ese lugar desde antes del arribo de los nuevos pobladores no estaban dispuestos a asentarse en los territorios y adaptarse a las normas y creencias occidentales. Por su parte, los españoles se valieron de estos conflictos para lograr beneficiarse económicamente, por lo que continuaron promoviendo las disputas entre las diferentes naciones que habitaban el inhóspito semi-desierto.

Debido a la resistencia de los grupos nativos, los vecinos españoles argumentaron ante las autoridades centrales lo conveniente que era la guerra justa, a la par que se enriquecían a costa de esta. Muchos de los negocios de las familias europeas que se asentaron en estos lugares se generaron a través de la captura de los indios y de su traslado. Los nativos eran obligados a laborar en las tierras de los recién llegados, primero a través de la esclavitud, posteriormente de la encomienda y finalmente de la congrega. También fue común la venta de estos esclavizados a otros puntos de la Nueva España o incluso a territorios de ultramar.

La constante tensión que existía en esos territorios, ya fuese por la poca aceptación de los indios norteños o por la actuación de los peninsulares para satisfacer sus beneficios personales, ocasionó que las autoridades centrales y las locales emplearan diferentes estrategias. Tal como explicó Philip Powell en su célebre estudio La Gran Chichimeca, los españoles se valieron de la entrega de presentes para tratar de convencer a los nativos de asentarse. La utilización de los tlaxcaltecas fue valiosa, ya que, no solo se encargaron de luchar en las guerras, sino que enseñaron a las poblaciones indias lo concerniente a la vida sedentaria. Sin lugar a duda, el conflicto armado también fue esencial para lograr que los indios fueran exterminados (Powell, 1996). Esta última estrategia es la que compete al libro Frontera armada, escrito por el historiador Luis Antonio García García.

Pese a la importancia de esta estrategia armada, fue necesario realizar modificaciones dependiendo de cada espacio, tomando en cuenta que no se puede pensar en una sola frontera, sino que cada región tiene sus propias particularidades. Como consecuencia de estas especificidades, los mecanismos para defender cada lugar fueron adaptándose y transformándose con el tiempo. El noreste novohispano no fue la excepción. Estos intentos por imponer la “pacificación” en beneficio de unos cuantos no fue una estrategia nueva, sino que sus inicios se remontaron a la frontera castellana de la reconquista. Por tanto, el objetivo y la línea que sigue el libro del historiador Luis García se desarrolla en torno a esta premisa.

A lo largo de su texto, el autor busca comprender los cambios y continuidades de la defensa armada en el noreste novohispano. Para ello, parte de la lucha de los conquistadores contra los indios que habitaban la región y concluye con las transformaciones que sufrieron las milicias en el siglo XIX. Esta batalla constante sirvió para beneficiar económicamente a unos cuantos grupos privilegiados, costumbre que se venía desarrollando desde la época medieval. Esta hipótesis fue analizada previamente por la historiadora argentina Sara Ortelli en su libro Trama de una guerra conveniente: Nueva Vizcaya y la sombra de los apaches (1748-1790), en el que explicó cómo la continuidad de la guerra norteña contribuyó a la permanencia de ese negocio (Ortelli, 2007).

El historiador Luis García García cuenta con una gran experiencia en temas relacionados con la defensa armada en la frontera noreste. Los textos que ha abordado no solo corresponden a la época virreinal, sino que ha centrado su interés en la temporalidad concerniente a la segunda mitad del siglo XIX en diferentes trabajos y presentaciones. Esta experiencia se ve reflejada en su libro, por lo que el lector entiende la continuidad de la defensa que se vivió en la frontera.

Para realizar su trabajo de investigación, el historiador se centró en cuatro lugares: Lampazos y Bustamante, ubicados al noreste de la Nueva España; y San Antonio y Laredo, localizados en Texas. Una de las características que compartían estos espacios fue en función de sus íntimas y cercanas conexiones geográficas, así como de la “línea de comunicaciones que conectaban, y siguen conectando en la actualidad, el norte de México y Texas” (García García, 2021, p. 13). A través de estas localidades, y analizando sus particularidades, se pueden conocer las similitudes y diferencias existentes.

El análisis que el autor realizó fue de corte cualitativo por lo que utilizó documentos provenientes de diferentes archivos. Destacan el Archivo General de la Nación (AGN), el Archivo General de Indias (AGI), el Archivo General del Estado de Nuevo León (AGENL), así como los acervos municipales de Bustamante, Lampazos y Monterrey. También se consultaron Microfilmes procedentes de universidades de Estados Unidos.

Debido a la formación académica de este investigador, con maestría y doctorado por la Southern Methodist University en Dallas, en este texto se manejan escritores clásicos del noreste novohispano como David Adams, Erick Vang Youg y Josefina Zoraida Vázquez, pero también autores estadounidenses como Andrés Tijerina, Donald E. Chipman y Andrew C. Hess. La utilización de estas fuentes le permitió a Luis García tener una visión completa de lo que acontecía en la temporalidad y espacialidad que abarca su estudio. En consecuencia, su trabajo dista de otras investigaciones.

El libro se dividió en cinco capítulos. En ellos se retoma la importancia de las estrategias de las autoridades para la conquista, en la que algunos individuos hicieron usos de sus recursos para “colonizar e imponer el control militar en los territorios fronterizos” (García García, 2021, p. 255). Estas tradiciones ibérico-medievales persistieron después del México independiente en el noreste novohispano durante gran parte del siglo XIX.

El primer capítulo se titula El desarrollo del ethos militar medieval español. En este se explican las características específicas que tuvo España como consecuencia de la presencia islámica en la Edad Media y el desarrollo militar que posteriormente se instauró en la Nueva España. La influencia andaluza-musulmana, así como los norteafricanos también fueron importantes. El periodo de la reconquista fue determinante, ya que no solo abarcó los conflictos musulmanes, sino también las guerras cristianas y su expansión.

El siguiente capítulo, El noreste y su carácter medieval, explica el avance colonizador hacia la frontera noreste en el que se integraron los elementos de defensa adquiridos en la época de la reconquista española. De tal modo, el aspecto militar desempeñó un papel indispensable en la conducción de las dinámicas de dicho espacio. Gracias a esto, las autoridades y los vecinos adquirieron responsabilidades relacionadas con la defensa del territorio. Esta dinámica tuvo tal impacto que los alcaldes mayores también poseían el título de capitán general. Debido a que los recursos de los pobladores eran importantes para la población y mando de la región, algunas de las familias del noreste actuaron y tomaron el control político y social. Estas redes se “extendieron hasta que un evento histórico rompía con el statu quo y surgía una nueva élite. En otros casos, los lazos habrían de perdurar hasta bien entrado el siglo XIX” (García García, 2021, p. 75).

Para mantener el interés de los vecinos que actuaron en la guerra, las autoridades procuraron motivar que se enriquecieran con los botines que se hacían en las campañas. Esto permitiría que los mismos mandos adquirieran más riquezas. En un primer momento la búsqueda de esclavizados entre las naciones indias fue constante. Sin embargo, una vez que esto fue prohibido, los objetos y caballos lograron cautivar a los integrantes de las milicias, sin dejar a un lado las actividades relacionadas con la esclavitud, sólo que ahora con un tinte ilegal.

En el tercer apartado, La llegada de la modernidad ilustrada, se mencionan los cambios que se efectuaron en la frontera noreste con la llegada de los borbones a la Monarquía. Lejos de dejar a un lado las tradiciones medievales en la organización militar y en las dinámicas de la convivencia de los pobladores de la región, estas se modificaron y transformaron de acuerdo con la realidad.

Como bien se ha estudiado en la historiografía, las Reformas borbónicas tuvieron como principal objetivo el control y observancia de lo que sucedía en los territorios de la corona. De tal forma, se trató de imponer disciplina a las tropas y milicias. Al mismo tiempo, la situación que se presentaba en el noreste novohispano ocasionó que las milicias dejaran de ser voluntarias para volverse forzosas. La Guerra de Independencia traería nuevas consecuencias a la configuración militar.

La era del nacionalismo, el cuarto apartado, abarca las transformaciones que se vivieron en el territorio debido a los cambios en la concepción de la nación. Esto generó que existieran modificaciones en la organización y administración, pero también en la participación ciudadana. Ahora el ejército sería denominado primero Milicia General y posteriormente Milicia Cívica. Los habitantes tendrían que demostrar su lealtad al Estado-Nación que se estaba formando a través de su participación para defender a la patria, por lo que nació el ciudadano-miliciano. “La categoría tradicional de vecindad como residencia fue incorporada a este nuevo orden, una adaptación a las nuevas circunstancias” (García García, 2021, p. 180). El sentimiento de regionalismo fue importante, ya que se tuvieron que adaptar los diferentes mecanismos según las realidades de cada espacio.

El último capítulo, El noreste en llamas, estudia el impacto que tuvieron los eventos que se desarrollaron en el siglo XIX, entre los que se destacan la imposición del régimen centralista, la separación de México y Texas y la rebelión federalista. Los continuos ataques de los indios del norte también transformaron la dinámica social y militar de la región. Pese a que el centro había ordenado desmantelar la Milicia Cívica, esta continuó, pero sin usar dicho nombre para evitar problemas con las autoridades centrales. En 1840 el gobernador de Nuevo León mandó crear a “los Defensores de la Frontera”. Posteriormente se instauró la Milicia Auxiliar. De tal forma, la España de la reconquista sobrevivió hasta finales del siglo XIX. Esto es un reflejo de como “las estructuras tradicionales se pueden convertir en modernizantes” (García García, 2021, p. 145).

Sin lugar a duda, este es un escrito que refleja una realidad diferente sobre el noreste novohispano. Existen varios estudios que abarcan temas que ayudan a comprender los problemas que se gestaron en la frontera norte de la Nueva España, así como los diversos mecanismos que se usaron para tratar de solucionar la guerra que se vivía. Si bien, las investigaciones sobre esta temática se han multiplicado y complejizado, todavía queda mucho trabajo por realizar.

En este libro se explica y analiza cómo algunas familias del noreste integraron elementos de la Castilla medieval a las prácticas sociales y culturales de la región. Por tal motivo, fue importante que los vecinos, y posteriormente los ciudadanos, se sumaran a esas dinámicas para poder luchar por la pacificación de la región (aunque esto implicara el exterminio de las naciones indias).

El texto también resulta interesante para aquellos que deseen comprender históricamente las dinámicas que se desarrollaron en la región noreste. Se observa cómo los mecanismos que se gestaron desde la época medieval se transformaron y atravesaron el Océano Atlántico, lo que permitió que se implementaran entre las autoridades y la población del septentrión novohispano. Lo anterior ocasionó que esas tradiciones se conservaran a lo largo del tiempo, y que permanecieran vigentes casi hasta finales del siglo XIX.

Este trabajo regional no solo permite comprender algunos de los poblados del Nuevo Reino de León y de Texas, sino que ayuda a contrastar la información proporcionada con otros espacios novohispanos. Sin lugar a duda, este libro invita a expertos y futuros investigadores a continuar analizando semejanzas y diferencias entre los distintos poblados de la frontera y más allá de ellas.

Bibliografía

ORTELLI, S. (2007). Trama de una guerra conveniente: Nueva Vizcaya y la sombra de los apaches (1748-1790). El Colegio de México.

POWELL, P. (1996). La Guerra Chichimeca (1550-1600). Fondo de Cultura Económica.